Uno de los propósitos de la Masonería es enseñar al masón a dominar sus pasiones y emociones.
Mientras que en Logia, el "signo gutural" es la actitud que transforma este dominio en ejercicio.
El masón, en primer lugar, aprende en sus primeros años de actividad a dominarse a sí mismo, para luego poder "dominar" todos los aspectos de la naturaleza y de su prójimo.
Las emociones emergen repentinamente, atrapando al Masón sin darse cuenta, y por esta razón mantiene, de pie y en orden, la postura adecuada para dominar estas emociones.
Las pasiones ya son residuales; cuando el masón entra al templo, todavía tiene las pasiones del mundo profano, que no pudo eliminar cuando estaba en el atrio.
El masón debe aprender a dominarse a sí mismo; sereno, tranquilo, sabrá comportarse como un elemento conciliador, tranquilo y sabio.
Las emociones del momento son traicioneras; quien tenga un genio, comúnmente llamado "fusible corto", debe esforzarse por dominarse, y solo entonces alcanzará un nivel de perfección.
El control en Logia reflejará el control dentro de su familia y su profesión, y así la felicidad estará cerca.
Breviário Maçônico / Rizzardo da Camino, - 6. Ed. – São Paulo. Madras, 2014, p. 128.
19 de abril.
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